Azotes

La flagelación simboliza a menudo el juego sexual sadomasoquista.

Durante siglos, la flagelación se ha utilizado como castigo por desobediencia o delito en casi todas las culturas del mundo y aún hoy se practica en algunos países.

El cuerpo casi siempre atado y desnudo de la persona que va a ser castigada es golpeado con un número predeterminado de latigazos. Dependiendo de la gravedad de los golpes, aparecen ronchas sangrientas y desgarros en la capa superior del tejido. Los golpes son extremadamente dolorosos y a menudo dejan profundas cicatrices en la piel. Los latigazos fuertes pueden provocar la muerte.

En la escena BDSM, por supuesto, la atención no se centra en las lesiones graves de la persona azotada, sino en la versión erótica de los azotes. El esclavo experimenta el látigo de la dominatrix o del amo como castigo o medida disciplinaria.

La fusta suele utilizarse para golpear las nalgas o la espalda.

Para evitar lesiones involuntarias, hay que aprender la técnica correcta para azotar.

Nunca deben golpearse zonas del cuerpo como los riñones. Los azotes torpes de las dominatrices no entrenadas en el comercio de la dominación a menudo provocan abortos y lesiones a la esclava.

Desafortunadamente, las dominatrices en la industria hoy en día están más mal entrenadas que nunca. Los esclavos con fantasías de este tipo hacen bien en cuestionar los conocimientos de la dominatrix antes de empezar una sesión.

Los azotes en un contexto sadomasoquista varían de juguetones a duros, dependiendo de la disposición del jugador. Tanto los esclavos como las esclavas pueden ser azotados. El látigo utilizado puede estar hecho de diferentes materiales, pero en general el látigo es, por supuesto, sinónimo de juego sadomasoquista.